A: “Busco traductor para novela
visual”
B: “¿Pero vas a pagarle?”
A: “Lo haría si pudiera, pero no
soy rico. Esencialmente, busco gente que lo haga de corazón”
B: “Pues no estoy de acuerdo; esa
gente estará invirtiendo un tiempo y un esfuerzo en tu proyecto, y como mínimo,
se merece una recompensa por ello”
A: “Señor mío, esto es un hobby;
no busco empleados, busco colaboradores entusiastas. Hay mucha gente que lo
hace por la pura satisfacción de hacerlo”
B: “Eso no quiere decir que no sigan
mereciendo una recompensa por el favor que os estarán haciendo. Actitudes como
esta son las que más tarde provocan que las empresas se aprovechen de la gente
de buena voluntad para explotarles”
Bla, bla, bla…
…
Esta clase de discusiones se eternizan siempre por un motivo
claro: no se despeja debidamente un error de concepto fundamental. Creer que el
dinero es la única forma posible de compensación para alguien que lleva a cabo
una actividad como esta.
Esto es falso.
Existe una forma de compensación alternativa que es, cuando
menos, igual de apetecible. Se llama disfrute.
En esencia, estamos en el terreno de las aficiones. Llámese
“hobby” o como quiera llamarse, es algo enormemente presente en nuestras vidas.
Nada difícil de entender, realmente.
En el caso que nos ocupa, hablando de usuarios amateur,
crear o traducir novelas visuales no es sino una más de estas aficiones. Quien
hace esto por el puro y genuino placer que obtiene de ello no piensa en ningún
momento en ello como “trabajo”, ni siquiera remotamente. Con lo cual, no sólo
no espera dinero a cambio, sino que en muchos casos ni siquiera quiere oír
hablar de dinero. Por hacer una analogía lo bastante clara, sería igual de
absurdo que esperar que alguien te pagara dinero por jugar una partida de
parchís en tu casa, o por salir a organizar un partido de baloncesto con tus
amigos.
Esta es la cuestión. Estamos hablando de una actividad de
ocio. Ni más ni menos.
Por supuesto, hay quien crea o traduce novelas visuales (o
cualquier otra cosa) con un enfoque completamente distinto: se dedica a ello
profesional o semiprofesionalmente. En este caso, es absolutamente lógico y de
recibo que espere compensación económica por ello (llámese Patreon, pagos
directos, o por cualquier otro medio). Y puede que hasta disfrute de ello, lo
cual nunca está de más.
Pero este no es el caso que nos ocupa aquí. Hablamos de
crear o traducir novelas visuales por el puro y genuino placer de hacerlo y
compartirlo con otros aficionados. Y esto no tiene por qué tener repercusiones
en el mundo laboral en general o empresarial en particular, lo mismo que no las
tiene ponerte a jugar en determinado momento una partida de parchís en tu casa.
Hablamos de gente que crea o traduce novelas visuales como una actividad de la
que obtiene un genuino disfrute, personal o colectivo. Y como tal, no necesita absolutamente
nada más. En esencia, estamos en un mundo totalmente independiente del laboral,
en el cual el dinero pierde todo su significado. De hecho, uno de los
principales motivos de la gente que se dedica a crear o traducir novelas
visuales como actividad de ocio, es precisamente alejarse todo lo posible de la
desagradable y agobiante atmósfera que muchas veces acompaña a los mismos
conceptos de “dinero” y “trabajo”. Ellos no hacen lo que hacen por dinero. Ni
siquiera quieren oír hablar de dinero. Lo hacen por disfrute. Un disfrute que,
muchas veces, es mayor y mucho más gratificante recompensa que todo el dinero
del mundo junto. El dinero que necesitan para vivir lo obtienen de sus
actividades profesionales, sean las que sean; pero estas actividades están
perfectamente compartimentadas, ocupando el polo diametralmente opuesto a todo
esto.
Respecto a la flexibilidad de los compromisos que se
adquieren con las actividades que no tienen dinero de por medio, no implica en
absoluto que dichos proyectos estén condenados a no terminarse nunca. Lo único
que variará es su velocidad, precisamente porque estamos suprimiendo otro claro
factor que es fuente de estrés: los límites de tiempo. Si el disfrute alimenta
tal actividad en lugar del dinero, el proyecto puede tardar años, puede
requerir de rotaciones en el personal dedicado a él… pero tarde o temprano, se
completará. Un ejemplo claro de ello está en Katawa Shoujo. En realidad,
cuantos más años dure la realización de un proyecto semejante alimentado por la
ilusión, mucho más grande será el placer obtenido del mismo, aunque a algunos
pueda sonarles a paradoja. El secreto de esto está en el hecho de que el mayor
disfrute de crear o traducir novelas visuales (sin dinero de por medio) está en
el mismo proceso de hacerlo, no en el hecho de que tarde o temprano debería
terminarse tal proyecto. Y es precisamente si se enfoca de esta manera cuando
dicho proyecto tiene muchos números de acabar completándose algún día, amén de
resultar una experiencia nutrida e incluso didáctica en muchos casos.
Soy consciente de que para mucha gente no es algo fácil de
entender. Pero en realidad, es muy sencillo. Para quien se sumerge en el mundo
de las novelas visuales desde esta perspectiva, el dinero es un factor
absolutamente espurio e irrelevante. Incluso molesto, cuanto más genuino sea el
placer que obtiene de ello. Es ocio, es un hobby. Es así de sencillo.